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                                              LA VACUNA

La viruela era una enfermedad mortal que hace dos siglos mataba a una décima parte de los niños en Europa. Los remedios caseros para curar dicha enfermedad, no funcionaban siempre. Edward Jenner, un médico inglés preocupado por los estragos que causaba la enfermedad, descubrió un modo revolucionario para atajarla: la vacuna.

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Este científico nació en una pequeña ciudad de Inglaterra, en 1749. Desde los trece años, trabajó como ayudante de un cirujano. Posteriormente, estudió medicina en Londres y regresó para trabajar como médico en su ciudad natal.

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Cuentan que en una ocasión escuchó hablar a una mujer del pueblo que se dedicaba a cuidar el ganado, Sarah Nelmes. Ella aseguraba que no podía contraer la viruela, porque anteriormente había padecido una enfermedad menos grave: la viruela de la vaca. Se la habían contagiado estos animales mientras los ordeñaba. Afirmaba que este hecho la protegía contra la viruela mas terrible: la que padecían los humanos.

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Jenner tomó nota de lo que había oído y decidió hacer sus propias observaciones. En 1788 hubo una epidemia de viruela. Comprobó que todas las personas que habían padecido la viruela de vaca, no enfermaban. De este modo quedó demostrado que Sarah llevaba razón.

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Dando un paso más, Jenner buscó un voluntario para probar por primera vez su experimento. Así fue que inyectó al hijo de su jardinero, llamado James Phipps, la viruela de la vaca. El chico tuvo algunos grados de fiebre, pero se recuperó rápidamente. Después le puso en contacto con la viruela de los humanos y James no enfermó.

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Gracias a las observaciones de Sarah, el ingenio de Jenner y la valentía de James, se consiguió terminar con una terrible enfermedad y poner en práctica un nuevo método para curar: la vacuna.

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